La feria de arte se abre con la pujanza de las piezas de periodo clásico y con las vanguardias siempre entre las preferencias
Si fuéramos extraterrestres y, de repente, nos depositaran en medio de la TEFAF 2023, la impresión que con seguridad extraeríamos es que en la humanidad reina la opulencia y, contra todas las noticias escuchadas, no existe nada que se parezca a la crisis económica y los conflictos bélicos. La belleza y el lujo no dan tregua en la gran cita anual de Maastricht. Y mucho menos en una edición como la actual, en la que, después del pasado año de transición -celebrada en junio y con una duración menor-, esta es la primera después de la pandemia que vuelve a su formato original -en marzo y durante 18 días-. El galerista español Artur Ramon no escatima elogios hacia la que considera la mejor feria de arte del mundo: “Es tan buena esta feria que, incluso, en el año en el que se desató la pandemia y que hubo que clausurar precipitadamente en la cuarta jornada, cubrí gastos. Esto solo pasa aquí”. Con respecto a la situación actual del mercado, Ramon afirma que, desde 2022, “progresa bien. En estos sectores altos el arte actúa como valor refugia. En unos momentos en los que hay cierta inestabilidad financiera, el arte se comporta bien en estos niveles”. Jorge Coll, CEO de Colnaghi, confirma este sentimiento optimismo que se respira en esta TEFAF: “Cuando, como sucede este año, los expositores traen tantas obras maestras, se rompen los récords. Un buen indicador de cómo se está comportando el mercado son los resultados óptimos de las subastas”.
En este clima de buen desenvolvimiento del mercado de lujo, la TEFAF 2023 manifiesta síntomas de una lenta pero inexorable transformación: de un lado, su mayor inclinación hacia el arte moderno y contemporáneo -que, como se ha demostrado desde la década de 1980, es el que posee mayor margen de crecimiento en sus precios-; y, de otro, la introducción de una cierta dimensión escenográfica que, como en el estand de la londinense Burzio, expresa la voluntad de experimentar tanto con el espacio como con el discurso expositivo. La TEFAF quiere convertirse en algo más que en una reunión sin comparativa posible de miles de objetos de lujo. Y, desde luego, va por buen camino.
Si hubiera que destacar dos grandes tendencias de mercado que se aprecian en este año en Maastricht, estás serían: la nueva pujanza experimentada por el arte clásico; y la confirmación de las vanguardias como el nicho de inversión más elevado. Con respecto al primer factor destacado, hay que anotar que, desde que a finales de los 70 las casas de subastas comenzaran a priorizar el arte realizado desde 1860 en adelante, las obras de los maestros clásicos han mantenido una política de precios de perfil bajo. Sin embargo, la cotización de los grandes nombres del pesado ha vuelto a crecer. Como reflexiona Jorge Coll, la mayor o menor pujanza del arte antiguo depende que existan piezas en circulación: “El problema es encontrar las piezas. Realizar la selección de trabajos que hemos traído a la TEFAF ha sido una tarea difícil”. Y es reseñable el hecho de que, dentro de este sector del arte clásico, los artistas españoles estén alcanzando cifras ciertamente sobresalientes. Así, por ejemplo, Colnaghi tiene como obra estrella “La Virgen de la Faja” (c. 1660), de Murillo, cuyo precio de venta es de 12.000.000 de euros. Refrendando esta tendencia, la buonarense Jaime Art & Antiquites ha acudido a la TEFAF con un Goya recientemente autentificado –“Sacrificio a Priapo”, de su periodo italiano-, valorado en 2.500.000 €. Si se continúa el rastreo del arte español hasta épocas más recientes, nos encontramos con que Artur Ramón exhibe un extraordinario Sorolla –“Chicas en la playa”, de 1908-, con un precio de 2.700.000 €, y que el estand de Mayoral se encuentra presidido por un impactante Millares que, con 1.200.000 €, ofrece aliento a un periodo como el del informalismo español cuyo último devenir no se ha caracterizado precisamente una tendencia al alza.
En cuanto a la segunda de las tendencias referidas -la de la confirmación de las vanguardias como el principal nicho de inversión del coleccionismo-, conviene resaltar que, además del sempiterno Picasso -cuya pieza más cotizada en la feria alcanza los 25.000.000 de dólares-, han aparecido nombres -otrora secundarios de lujo o heterodoxos de los dogmas vanguardistas- como Magritte y Chagall, que se desenvuelven ya en precios estratosféricos. Así, un cuadro como “La corde sensible” (1960) -perteneciente al último periodo de Magritte, y que se expone en el estand de Landau Fine Art- tiene el honor de ser la obra más cara de la TEFAF 2023, con un precio de 35.000.000 de euros; mientras que otra pieza de Marc Chagall –“Autorretrato con Palette” (1917)- es ofertado en 25.000.000 €. Lo que se demuestra con estos dos ejemplos es que las estrategias de inversión, dentro del periodo de vanguardias, se están redirigiendo hacia nombres hasta el momento inusuales en las listas de récords, y que ofrecen un margen de negocio mayor que el de las super estrellas. Si algo se colige de esta nueva edición de la TEFAF, es que el mercado está explorando nuevas regiones de inversión que conllevan su ensanchamiento y -lo que resulta tanto más interesante- un factor de imprevisibilidad que le confiere un saludable grado de incertidumbre.
Fuente: https://www.larazon.es